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El Festival de Lima: Latinoamérica con pochoclo

  • Foto del escritor: Daniela Alcalde
    Daniela Alcalde
  • 21 ene 2022
  • 3 Min. de lectura

FUENTE: Centro Cultural PUCP


Este año, el festival de cine de Lima ha cumplido 23 años. Es un evento que trata de celebrar el cine latinoamericano y destacar aquellos largometrajes de calidad que no llegan tener una gran distribución masiva. Productores, directores y actores de todos los países de América participan en diferentes categorías, y ganar uno de los premios que el festival ofrece es importante para sus carreras y las de sus películas. Se llegan a exhibir más de 500 películas entre la competencia oficial y las demás muestras. El evento es organizado por el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), y tiene entre sus presentadores al Ministerio de Cultura, el gran Teatro Nacional y el banco BBVA.

Al contar con este tipo de apoyo se podría pensar que si bien el festival no se publicita igual de bien que el último mundial de fútbol donde participó nuestra selección, por lo menos lo hace como los Juegos Panamericanos. Pero no es así, ha sido muy poca su difusión en los medios, sobretodo en la televisión nacional y en la prensa escrita. Es preocupante que no se le de la misma importancia a un evento cultural que un evento deportivo, siendo ambos tan importantes para una sociedad como la nuestra, que necesita crecer no sólo económicamente sino también intelectualmente.

Es como un ciclo sin fin. Algo parecido sucedió cuando la Feria del Libro de Lima trataba de salir de entre las sombras. Hace 6 años la cantidad de gente que iba al evento literario era la mitad o menos de la que asistió este año. Es necesario buscar una mayor cantidad de público que quiera empezar a ver películas de calidad y que reflejan y reflexionan sobre nuestras realidades, y no limitarse a los blockbuster que nos imponen desde Hollywood. Dejar de mostrar, en las cadenas de cine, las mismas franquicias de súper héroes o solo las películas peruanas “más comerciales”, léase con los mismos actores de siempre y utilizando fórmulas calcadas del cine comercial norteamericano. Y empezar a mostrar que en nuestro país existen películas de ficción y documentales que valen la pena ver para pensar sobre nuestras vidas y nuestros países.

Algo con lo se suele luchar el cine latinoamericano también, en los últimos años, es el hecho de una mayor accesibilidad del cine desde casa por parte del público. Con nuevos medios de streaming como Netflix, la gente suele buscar las películas más popular y no necesariamente las de mejor calidad. Aunque estás plataformas cuentan muchas veces con interesantes películas de nuestro continente y destacadas secciones documentales, estás no suelen ser muy visitadas pues tienen reputación de ser tediosas y porque, valgan verdades, somos espectadores “entrenados” para ver determinado tipo de contenidos. Este es un factor que se tiene que puede eliminar enseñándole a los jóvenes a disfrutar de este tipo de cine desde las propias aulas, pero de una manera atractiva.

El cine en nuestro país, al igual que en toda América Latina, tiene un largo camino por recorrer, empezando por reconocer a aquellos directores y largometrajes que han logrado productos de gran calidad. Además, empezar a darle una mayor importancia como sociedad a los eventos culturales de esta envergadura que se hacen en nuestro país. En una era en la que casi todo depende de los estímulos audiovisuales, el cine y su lenguaje es una forma de comunicación, que nos puede informar o divertir, pero sobre todo debería llevarnos a analizar nuestra realidad, algo que no lograremos consumiendo productos de baja calidad o que responden a otras realidades.

Es hora de demostrar que en el mundo no existen solamente las típicas películas que salen en cartelera. No debemos acostumbrarnos a las historias predecibles, debemos empezar a buscar giros en la trama. Y un gran giro en la trama de nuestra sociedad sería empezar a ver en la pantalla, historias que pasan a nuestro alrededor, y que vistas ahí nos dan una nueva perspectiva de nuestras vidas.


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